RISOTERAPIA HUMANA

Próximamente estaremos informándoles del gran evento de conferencia que se dictara para que su enfermedad sea controlada por la riso-terapia que nos cambia la forma de tener una calidad de vida.

lunes, 26 de julio de 2021

176 Aniversario 15 - Agosto - 2021

 El campeón del azúcar.

Mientras algunos adinerados chilenos gastaban y gastaban gozando de la "belle époque" parisina, otro chileno, solitario, descuidado en el vestir, ganaba y ganaba.

Y ganaba mediante especulaciones con azúcar que amargaban la vida diaria de millones de franceses, complicando también industrias de confitería, pastelería y producción de licores y, a la vez, causando conmociones políticas y llamados -nada nuevo bajo el sol- a una intervención del Estado.

Este personaje, verdadero Pellegrini de las finanzas, tan denostado como el conductor del Real Madrid, era un porteño, Federico Santa María Carrera.

Nació el 15 de agosto de 1845 en la calle del Cabo, hoy Esmeralda, hijo de Juan Antonio Santa María y Artigas y de Magdalena Carrera Aguirre. La madre era hija de Juan Antonio Carrera, primo hermano del prócer de nuestra Independencia José Miguel Carrera.

En estos días iniciales del año del Bicentenario y cuando los puntajes y el ingreso a la educación superior son tema, revive la personalidad de este atleta de la economía que, partiendo de un pequeño negocio de fletes portuarios remeció los mercados europeos reuniendo un gran fortuna que permitió la creación de lo que es hoy la Universidad Técnica Federico Santa María.

A la inversa de lo usual, siempre contra la corriente, mientras muchos extranjeros llegaron a Chile y se enriquecieron aquí, este porteño, si bien hizo una discreta fortuna en su ciudad natal, estimó que el medio nacional era estrecho y partió a Europa a ganar como él sabía hacerlo.

Dos biografías dan cuenta de la extraordinaria personalidad de Santa María. La primera escrita en 1931 por Agustín Edwards Mac Clure, publicada en París, y otra más nueva lanzada en diciembre pasado por la historiadora Patricia Arancibia Clavel.

FANÁTICO POR LA EDUCACIÓN

Ambas, la de Edwards, con conocimiento directo del personaje, y otra con una visión a distancia y amplia documentación, presentan, más allá de los aciertos financieros de Santa María, su "fanatismo" por la educación y un ser humano complejo, audaz, con poca instrucción formal, pero dotado de una visión de águila y de una mente que hoy podría competir ventajosamente con las más rápidas computadoras.

Edwards lo describe como "bajo de estatura, de modales nerviosos, de ojos brillantes y vivaces, descuidado en el vestir…"

Era, dice el biógrafo, "demasiado independiente de ideas para militar en la filas de partido alguno", sin embargo "se decía radical y aseguraba que no había en Chile sino dos de pura cepa: don Manuel Antonio Matta y él".

Confesaba ser libre pensador y "creía que cada cual debía vivir conforme a su propia conciencia y dejar vivir a los demás conforme a la suya…"

Tajante, admiraba o despreciaba.

LOS FALUCHOS

Tras pocos años de educación en un colegio particular alemán porteño, a los 14 salió al mundo laboral. Trabajó en navieras hasta que en 1861 acomete su propia empresa: fletes en la bahía.

A falta de instalaciones portuarias las naves atracaban a la orilla gracias a su poco calado. Desde ahí se sacaban las mercaderías que se depositaban en los entonces flamantes almacenes fiscales o espacios costeros.

El joven Federico, de 16 años, compró un falucho con recursos de su madre. Prosperó el negocio y adquirió otros.

Sin embargo, antes del bombardeo del puerto por la escuadra española, 1866, buen olfato, vendió sus embarcaciones y partió al norte, trabajando en el embarque de salitre.

Con más capital y contactos regresó al puerto. Comenzó una ruta ascendente ganando dinero, prestigio y respeto. Compró propiedades, terrenos, acciones y hasta participó en una precursora empresa de agua potable. Sabía comprar y sabía cuando era el momento de vender.

Se armaba así una fortuna que daría que hablar… en el mundo.

Se venía encima la Guerra del 79. Federico Santa María junto a otros empresarios trabajó en la organización de batallones que iban al norte. Fue nombrado comandante del Regimiento Valparaíso con el grado de coronel. Cuando partía al norte enfermó de gravedad. Otorgó poderes de sus negocios y viajó a Europa.

50 MIL PESOS

Si no conoció la derrota en el desierto, sí la sufrió en París. Invirtió gran parte de su capital en empréstitos a Turquía. El deudor no respondió y los acreedores sólo recuperaron escombros de sus fondos. En 1885 regresó a Chile donde le quedaban 50 mil pesos.

Trabajó en el país 9 años. Invierte bien y participa, entre muchos campos, en el inmobiliario. Relata Agustín Edwards:

-"Acumula una fortuna que empieza a invertir, en Chile mismo, en los años 1892 y 1893 en grandes edificios en la avenida Brasil de Valparaíso, que el progresista alcalde de la ciudad en aquella época, don Alejo Barrios, formaba sobre terrenos ganados al mar".

Parte de esos edificios fueron abatidos por el terremoto de 1906, pero recuperados se desplomaron en aras de un fracasado proyecto hace pocos años, dejando un sitio eriazo ubicado entre las calles Brasil, Blanco, Edwards y Carrera. Como había asegurado sus construcciones, recuperó parte de sus inversiones.

De nuevo a París. Arremete con talento y dinero en el mercado de valores francés. Especula en azúcar. Una pésima cosecha de la temporada 1904-1905, fue anticipada por los estudios y observaciones en terreno de Santa María. Compra y compra. Y cuando el producto falta en toda Europa, vende caro.

Gana tres millones de libras esterlinas, una fortuna cuando esa era la moneda "dura-dura" de la economía mundial. Su vida no cambia.

Maneja personalmente su correspondencia y su contabilidad con papeles dispersos que sólo él entiende. Su brazo derecho es Anna Guillaud, una francesa con quien años antes había iniciado un romance. Sería, sin lazos formales, la compañera de su vida.

Tras el terremoto de 1906 viaja a Chile junto a Anna para imponerse del daño sufrido por sus bienes. Paralelamente ha invertido en el negocio del acero en Estados Unidos.

Terremoto y crisis internacional reducen severamente su fortuna. Pero se recupera en negocios con trigo, café, bebidas alcohólicas y productos mineros sudamericanos.

Sus especulaciones llaman la atención del Parlamento francés y es investigado por la policía. Largos debates y no pasa nada. En 1910 su fortuna suma 800 millones de francos y pasa a ser una especie de oráculo de las finanzas, odiado por algunos, admirado por muchos y envidiado por otros. Allá en Europa y también en Chile.

Pero siempre tiene a Valparaíso en la mira. Dona terrenos de Quebrada Verde a la Junta de Beneficencia y aporta a instituciones educacionales locales.

EL TESTAMENTO

En 1919 se contacta, en Londres, con Agustín Edwards Mac Clure, a quien admiraba por su condición de empresario, diplomático y escritor. No tenían una relación cercana, pero Santa María confiaba en él como ejecutor de un gran proyecto educacional en Valparaíso. Edwards se sorprende ante la propuesta, debe pensar antes de aceptar. Santa María, por su parte, siente el peso de los años y sabe que no podrá acometerlo él mismo. El 6 de enero de 1920 entrega su testamento, en sobre sellado, en el consulado de Chile en París. Aún cerca del viaje final, sigue vivo en la bolsa y en 1923 da otro golpe con una ganancia de 200 millones de francos. Nuevo escándalo y algunos parlamentarios piden su expulsión de Francia. Su afán de competir lo lleva a los mercados norteamericanos donde pierde parte de su gran fortuna.

Queda afectado por esa pérdida y por el golpe militar en Chile que en 1924 saca a Alessandri de La Moneda. El 20 de diciembre de 1925, fallece en París.

Su muerte no es sinónimo de paz. El testamento, abierto en Valparaíso, se convierte en un festín jurídico. Pero, finalmente, con la acertada gestión Edwards, asistido por otro porteño ilustre, Carlos Van Buren, se impone su voluntad.

A través de un concurso de 1926 comienzan las obras de la escuela de artes y oficios y colegio de ingenieros que había dispuesto Santa María.

Las obras en 1928 son paralizadas por un recurso judicial. Pero Edwards logra sacar adelante el proyecto que, finalmente, se inaugura el 20 de diciembre de 1931.

Y ahí está esa impresionante construcción, la Universidad Técnica Federico Santa María, que mirando al mar expresa el afecto a su ciudad natal de un personaje novelesco para quien ganar dinero era un permanente desafío.

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